miércoles, 19 de enero de 2011

PUENTE PÍO NONO

PUENTE PÍO NONO

(4 a.m.)

El puente Pío Nono se sube arriba de mis miembros palpándome.
Cerrando los ojos me digo: ¿Por qué no están abiertos?
Entonces abro mis piernas y mirándome susurro: Están en otra dirección.

Lo cultural mi vida, y el encierro, pueden permitirse inaugurar eventos
y como ellos sugiere tantas cosas bautismales como misa para matrimonios
estatales: la novia será desflorada en el acto.
La escena es narrable: la novia ha quedado sola después de su primer coito:
el único válido en su vida.


(4.40 a.m.)

Estoy en la orilla derecha, al lado de mi puente a las dos de la madrugada para ver a las perras en celo con un amarillo rosado perla: como un amarillo perlado
el vuelo de una perra.

Los goznes están apartando el puente de mí. Soy el desafío a las dos y siento la lengua de su hocico.


(4.30)

Ahora estoy en la ribera sur. Llevo un pañuelo en la cabeza; rito del desaliento. La luna con su pollera de augurios buenos se desvela viéndome en la otra orilla que me despide.

Mis ojos están en el puente. Más bien el puente son mis ojos. Pasa llamándome.

Te escribe la ribera sur: estoy en el límite. Los límites que me enrostras desde la ribera sur. Espérame perlado con la imagen tuya sobresaliendo del reflejo de la línea. Esa que no cruzas al encuentro del diálogo acerca de esa llamada libertad.
Zona libre cuerpo desnudo de línea.






DEBAJO DE PUENTE ME PERDÍ

(12 p.m.)

Oliendo a café de higo.
La hora de una perdida en un abismo
es siempre la hora del abismo
por donde fue parida
en los comienzos del infierno
como lo fue la madre.
A mi madre se la echaron.
El llanto de una bastarda
se siente para ser perdida.
se la echaron y eyacularon,
y los gritos fueron ahogados por el río.

Solitaria por el puente
me echai una cacha
tengo ricas las tetas
en EL Puente Purísima
te cobro barato.
Mijito! Una perdida no le teme al puente,
ni a nada.
Ese cabrón se fue porque no quiso
meterse conmigo gritando;
¡Un coito por la vida
y uno por la aurora!
Aquí en esta esquina, hay bastardos,
huachos, maricones, busconas y traficantes.
Marionetas solitarias golfa fraudulenta,
camina chueca y adosadas a su piel
unas jorobas aladas.


(3.30)

Apocalípticas susurrantemente deliciosas acaban vírgenes,
saboteadoras errando el invierno del 89, en la calle Marín.
¡Es un sueño! Perfecto, palpitante me dije: Francisco repite esta es la calle, este es el puente por donde pasas.
La mirada entra por el ojo y ese es su poeta que le escribe.
El casco de una yegua para revivir.


EL VIEJO PUENTE ENCIMA DE OTRO PUENTE

(2 a.m.)

Sólo una puta está parada allí.
Una perra de ojos celestes le guiña el ojo
y cruzan las dos.
Todo por una perra de ojos celestiales.

Ya vendrán las oscuras calenturas a estas calles a parir:
Calle Londres, calle Paris, New York City, The Litle Italy,
Barrio Chino, Oh! Manhattan, Oh baby. Yo doll.
Mi city. Definitivamente al otro lado.
Más bien la inmersa donde se surge del río cualquiera.
El Harlem y las brisas Oh Bronx New Haven
My darling one. El puente Oh Hudson Oh mapuchu
Oh quiero echárteme Oh fragor.





 
TE ESCRIBO ENTONCES DESDE LA OTRA ORILLA, Y ESTOY EN EL LÍMITE

(1 a.m.)

Los límites que me echas en cara desde la ribera sur.
Me esperas al otro lado, perlado con la imagen tuya
sobresaliendo en el reflejo de la línea. Esa que no cruzas
para encontrarnos y dialogar en las fronteras sobre este sueño y el otro
cuerpo desnudo de líneas.

Estoy muy lejos, muy lejos casi en la frontera.
Una línea de agua sucia baja, muy baja. Agua espesa chocolate al otro lado del puente.




 

(1.30 a.m.)

El viejo puente encima se lo echa.
La tiñosa con la vulva hinchada aguarda
dramáticamente sin ti, angelicalmente
insurgente más allá del cruce
líquido espeso ópalo adoquín semental
la perra en una jaula imaginada: Fuego
juego: la señal.
El sonido y la furia sobre todo.


Me lanzas la cuerda. Quieres verme preñada.
¿Cómo cruzarte encima de todo? Tan destinado.
El arco de cobra las alianzas y yo tan desnuda lo acaricio
todo por esa caverna debajo de los puentes.

De perraje blanco suaves cadejos
se lame y palpita por un pendejo de fino linaje.
Huele el territorio y se entrega a cualquiera.
Insurgente por un polvito.

Aromas de Diegos en una noche bermeja.

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